El desamor posible de Gabriella Montez (una historia en 3 actos)

Adrián Viéitez
9 min readAug 25, 2019

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0. apuntes previos a un texto

Hoy me levanté triste. En el año 2006, High School Musical hizo levitar a la versión de once años de mí mismo, una noche de viernes con los ojos encendidos. Hace muchos años que no estoy enamorado. Cuando estoy triste ya no sé a quién culpar. Todo el mundo parece estar tan lejos que me siento culpable disparando alrededor. Así que hoy me levanté triste y decidí volver a ver todas las películas de High School Musical. A ver si así rescataba algún pretexto.

Las tres películas en cuestión comparten un buen número de elementos estructurales. Uno en concreto me ha dejado pensando, sumido en una ligera devastación: en todas ellas, alrededor del ecuador, el personaje de Gabriella Montez siente el abandono. Responde a él con sendas canciones. Este texto es un análisis muy trasnochado de cómo esas tres canciones, leídas en continuidad, construyen una mirada poliédrica sobre los desamores posibles.

1. when there was me and you

La cosa es así: Gabriella y Troy se conocen de casualidad en un karaoke de fin de año. El punto de partida de esa relación es culpable, en buena medida, de unas expectativas en torno al amor romántico que han devastado muchas zonas de mi vida. El caso es que todavía no renuncio a su tesis, cosa que me cuesta bastante cara todos los días.

Después de ser atravesados por la extraña flecha del amor adolescente a ritmo de campanadas, se reencuentran fruto de una casualidad cósmica. Gabriella Montez se incorpora, a mitad de curso, al instituto en el que Troy Bolton es una estrella de baloncesto. Gabriella es el elemento foráneo, el personaje que rompe las narrativas y abre una senda de preguntas en todos los personajes a los que se acerca, desde el propio Troy -al que sumerge, de forma irremisible, en un profundo proceso de cuestionamiento de su masculinidad- hasta cada uno de los secundarios de la saga. En definitiva: no conocemos las dinámicas previas a la llegada de Gabriella, quizá porque son irrelevantes o pertenecen a un mundo que resulta mucho menos interesante que el que ella propone, desde su apocada sensatez, desde su aristotélico posicionamiento ante las cosas de la vida.

esta imagen tiene la culpa de todo

Su amor por Troy es heredero de toda esa forma de ver las cosas: entre ellos se dibuja rápido un circuito de afectos calmado, un espacio en el que parece muy fácil quedarse a vivir. El caos, en High School Musical, llega siempre a la intimidad de Gabriella desde el exterior, mientras ella trata de gestionar la situación con tranquilidad, con alegre cuidado. La primera crisis de la pareja, núcleo argumental de la primera entrega de la saga, viene dada por lo que ella entiende como una traición a la intimidad generada entre ambos. Herida en un lugar de sus afectos que creía inexpugnable, Gabriella canta when there was me and you deslizándose por los pasillos, solitaria, de nuevo una extranjera incapaz de pertenecer a ningún lugar, exactamente la persona que ella misma creía haber dejado atrás.

Canta: “why did I let myself believe / miracles could happen […] but everybody else could tell / that I confused my feelings with the truth

Es la primera fractura de un amor. Cuando la intimidad todavía es frágil, cuando el círculo en común todavía está en proceso de construcción y las vulnerabilidades aún se ajustan, la falta de comunicación puede incluso derribar los muros de una personalidad tan calmada y virtuosa como la de Gabriella Montez. Ahí están los primeros miedos posibles, en la silueta de una joven que, una vez decepcionada, empieza a culparse por las ilusiones fabricadas en torno a un amor que, en apenas un frustrante giro de los acontecimientos, empieza a transformarse en desamor.

2. gotta go my own way

En la segunda entrega de High School Musical, Troy y Gabriella aparecen ya con un vínculo mucho más sólido. Entre las dos películas existe una elipsis de medio año en el que, intuimos, ambos han compartido espacios de forma sana. Así alcanzan su primer verano juntos, con la universidad a un año de distancia y la necesidad de encontrar un trabajo con el que ahorrar algo de dinero. La oportunidad se presenta después de que Sharpay, en un intento desesperado por conquistar a Troy, acabe por contratar a todos sus compañeros de instituto para trabajar en una suerte de resort dirigido por sus padres. Así pues, las circunstancias parecen ser favorables para los enamorados: Troy y Gabriella empiezan a disfrutar de un verano en pareja. Hacen un picnic en un campo de golf, se bañan de noche en una piscina con cascadas.

Pero la vida no es fácil: High School Musical 2 se construye alrededor de la premisa de que, incluso en un espacio blindado para la circulación de los afectos, la colisión puede venir desde dentro. Tentado por una serie de promesas, Troy se aleja de Gabriella y de sus amigos para convertirse en una especie de acólito de Sharpay, hechizado por la posibilidad de recibir una beca universitaria para jugar al baloncesto, amén de unos alucinantes zapatos italianos.

Gabriella en las taquillas una vez más -siempre volvemos a las taquillas a cantar, como quien recoge sus cosas para no volver nunca-

En un principio, la reacción de Gabriella se aleja mucho del reproche. Ante la transformación de Troy, ella decide asumir cierta distancia: se refugia en la amistad, en los compañeros a los que Troy también ha decepcionado. Lo que acaba haciendo que Gabriella estalle no es el evidente deterioro de su relación, sino el hecho de que la deriva de su pareja acabe afectando también a sus propios amigos. Arrastrada por su fuerte sentido de la justicia, abronca a Sharpay: “¿cuál es el premio? ¿Troy? Me has ganado en un juego al que no tengo intención de jugar”, y a continuación se despide de él mientras canta gotta go my own way, una canción que se puede leer como el envés fortalecido de when there was me and you.

Gabriella ya ha aprendido el camino de la decepción, y esa fragilidad pasada ha sido aplacada por ese aristotelismo que funciona como una esponja. Su aprendizaje la lleva a interpretar, pues, que su relación con Troy ha alcanzado un punto muerto no por un acto concreto, sino debido a una distancia insalvable entre sus personalidades y sus formas de compatibilizar el éxito con las relaciones personales.

Canta: “life keeps getting in the way / whenever we try / somehow the plan / is always rearranged […] we might find a place in this world someday

Es la segunda fractura. Una vez la intimidad de la pareja se vuelve más sólida, son los caminos individuales los que juegan un papel entrecruzado, los que se revuelven ante el paso del tiempo. Las cosas dichas con anterioridad, la agitación del principio del amor; todo se va confundiendo porque los días son así: lo condenan a uno a vivir, a tomar decisiones que a veces, mezcladas con las respectivas decisiones del otro, acaban por alejarnos de las personas que queremos. Lo bonito del personaje de Gabriella Montez, en medio de toda esta confusión adolescente, es su serena capacidad para hacer concesiones, de plegarse en favor de un amor en el que confía a pesar de todo. Así, pese a un verano de decepciones, Gabriella vuelve y acaba cantando, junto a todos los demás: “el verano de verdad empieza ahora”.

3. walk away

Muchas cosas cambian entre las dos primeras entregas de High School Musical y la película que cierra la saga. En primer lugar, la relación entre Troy y Gabriella vuelve a presentarse fuerte -de nuevo a través de una larga elipsis, en esta ocasión de un año entero, que intuimos que ha solidificado sus afectos-. Superada la crisis de confianza de Gabriella en la primera película y la distorsionada ambición de Troy en la segunda, aquí ambos parecen seguros de querer estar juntos. Empiezan la película muy cerca el uno del otro, con una complicidad física que no habíamos visto antes.

Hace poco leía Canto yo y la montaña baila, primera y deslumbrante novela de Irene Solà, en la que se apunta una cosa que, durante buena parte del metraje, parece ser la tesis de High School Musical 3: “a veces no basta con sentirlo, y a veces no basta con quererse”. Una vez construida una relación aparentemente implacable, Troy y Gabriella se enfrentan a una circunstancia cuya gestión, por primera vez, parece escaparse de sus manos: ambos finalizan su etapa en el instituto y, al haber elegido universidades en diferentes estados del país, empiezan a temer un futuro distanciados entre sí. La amenaza de la distancia física llega precisamente en el momento en que los cuerpos de ambos parecen haber superado la incertidumbre inicial, acomodándose en el tipo de vínculo que la serenidad de Gabriella perseguía desde el principio.

Gabriella quedándose sin adioses

Después de pasar dos semanas en Stanford en un programa anticipado de adaptación, Gabriella decide no regresar a Alburquerque para la fiesta de graduación. Después de toda una infancia trasladándose de ciudad en ciudad debido a la profesión itinerante de su madre, la dolorosa distancia respecto a la persona amada que vislumbra en el futuro la lleva a tomar esa decisión. Llama a Troy y, mientras él trata de convencerla, se lo explica: “si ahora vuelvo para la graduación, después tendría que volver a repetirlo todo. Tendría que volver a despedirme. No puedo hacerlo, me he quedado sin adioses”.

Después de colgar, de nuevo sola en su habitación en Stanford, canta walk away, una canción entregada a la abnegación: en ese momento, la certeza de que “a veces no basta con quererse” se apodera por completo del espíritu esperanzado de la saga. Gabriella Montez, siempre dispuesta a abrir espacio para el florecimiento del amor posible, acaba por rendirse.

Canta: “I’ve got to let it go / start protecting my heart and soul / cause I don’t think I’ll survive a goodbye again […] you know I’m strong, but I can’t take that

Es la tercera fractura. Una vez muertas las suspicacias y compatibilizados los objetivos, los círculos de la vida iniciática acaban por aparecer para atravesarlo todo. Chad entra en la habitación de Troy y le dice la peor cosa de todas las cosas que existen: “¡nadie acaba con su novia del instituto!

Troy reacciona, la película contraataca y se rebela contra esa idea. Yo también lo hago. Vuelvo a La reconquista, de Jonás Trueba, y a esa carta escrita por un enamorado de 15 años que dice: “no creo que nos hayamos conocido demasiado jóvenes, creo que nos hemos conocido en el mejor momento posible”.

4. todas las rupturas posibles

Insisto: hace muchísimo que no me enamoro de nadie. Antes sí me enamoraba, incluso podría decirse que con relativa frecuencia. Después me enamoré de verdad y sufrí todas las variables posibles: relaciones fracturadas por la desconfianza; relaciones fracturadas por el distanciamiento de los objetivos; relaciones fracturadas por la distancia física y los ciclos de la propia vida que se supone que debemos atravesar los jóvenes. A través de todo eso, acabé por alejarme de dos personas a las que extrañé durante muchísimo tiempo de forma muy dolorosa. Me cuesta muchísimo recordar sus voces, sus caras, la textura de sus manos. Me da miedo pensar que esas pérdidas fueron culpa mía, que no fui capaz de ceder el suficiente espacio, de confiar lo suficiente.

Me da miedo pensar que esas personas puedan haber sido mis únicas oportunidades para construir algo bonito.

El resto de la gente lleva años acumulando emociones; yo llevo años de retraso, años de un vacío que me aplasta y provoca que algunos días me levante triste, con ganas de asumir las narrativas de High School Musical y componer una canción que explique cómo me siento.

Otras veces me pregunto si alguien podría haber cedido más espacio por mí. Pero me cuesta mucho pensar en eso.

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Adrián Viéitez
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Written by Adrián Viéitez

still, still to hear her tender-taken breath

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